Debían ser finales de los ochenta cuando aquella muchacha de ojos negros después de dos meses saliendo juntos me dijo: ‘Javier, necesito tiempo para pensar. A lo mejor más adelante, ¿quién sabe?’. Con cara de tonto enamorado, traté de descifrar cada una de las palabras que formaban aquel breve mensaje. Dijo ‘tiempo para pensar’, ¿qué había que pensar?, me pregunté, si ya estaba todo pensado y remató aquella locución con: ‘a lo mejor más adelante’, generando unas expectativas que jamás se cumplieron.
Esta fue mi primera lección sobre la utilización de los eufemismos en el lenguaje. Supongo que la frase, en cuestión, tenía un objetivo claro: anestesiar el dolor que podría provocarme su decisión. Muy sutilmente ‘me mandó a freír espárragos’.
(Si Ud. es de los que forma parte de la llamada ‘mayoría silenciosa’, posiblemente no le interese leer lo que viene a continuación).
Las palabras envenenadas o eufemismos son expresiones políticamente aceptables o menos ofensivas que sustituyen a otras palabras de mal gusto y que pueden ofender. Generalmente las usamos para desorientar, evadir o evitar hacernos conscientes de una realidad cruda y desagradable. También, como instrumento de manipulación del lenguaje para hacer más fácil la aceptación por la ciudadanía de ideologías que, presentadas de otra manera, resultarían inadmisibles.
En los últimos tiempos el lenguaje neoliberal se ha impregnado de toneladas de eufemismos, con el fin de poder tragarnos todo lo que nos echan. Las palabras y los mensajes que lanzan tienen la única pretensión de amortiguar los crueles impactos de sus políticas. Para esta calaña, los continuos recortes a los derechos de la ciudadanía, son simplemente ‘reformas estructurales’.
Ahora nos cuentan que hay que hacer ‘ajustes en las plantillas’ y realmente están diciendo que hay que echar a la gente a la calle. Antes hablaban de precarización, ahora de ‘racionalización laboral’. El trabajo basura ha pasado a denominarse ‘minijob’ y en inglés suena igual de indecente.
Que las grandes fortunas paguen menos impuestos, es un ‘alivio fiscal’. No nos dirán que estamos en una época de recesión, si no que tenemos ‘una tasa negativa de crecimiento’. Que los despidos sean más baratos, ha pasado a denominarse ‘flexibilidad’ del mercado laboral. Y la acción de bajar los sueldos es ‘devaluación competitiva de los salarios’.
El capitalismo, palabra que conlleva una fuerte carga ideológica, es ahora ‘economía de mercado’. Encubrir los privilegios que los defraudadores han tenido hasta ahora es ‘regularizar capitales ocultos’ o ‘amnistía fiscal’. La corrupción se ha convertido en los ‘beneficios extraordinarios no consignados’.
Que los jóvenes salgan a buscar su dignidad al extranjero, ya no es emigración juvenil o fuga de cerebros, si no ‘movilidad exterior’. A la subida del IRPF se la apodó como ‘recargo temporal de solidaridad’.
Promover la calidad en la educación pública, significa incrementar el número de alumnos por aula, despedir a profesores, favorecer a los centros privados en detrimento de los públicos y reducir las becas y ayudas. Racionalizar y sostener la administración local se convertirá en reducir los servicios públicos en el medio rural, cerrar ayuntamientos, suprimir la autonomía local y reducir a la mínima expresión las competencias locales.
Como Uds. pueden comprobar el PP envenena las palabras a su antojo. Nos proyectan mensajes para minimizar y suavizar los perversos efectos de sus políticas anticiudadanas.
Tengan mucho cuidado con lo que leen y escuchan. Traten de analizar que hay detrás de cada una de las palabras tóxicas que nos lanzan continuamente esa banda de sinvergüenzas.
Emitido el día 14 de noviembre de 2013, en el programa
"Hoy por hoy", en @SERpalencia
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