“…Mírame a la cara y dime que no te has rendido, que tus lágrimas no te impiden gritar, que todavía tienes fuerzas para defender un sistema educativo público que promueva la igualdad y no limite el acceso al que más tiene. Una sanidad pública que nos atienda a todos independientemente de los recursos que tengamos. Unos servicios sociales que fortalezcan los cimientos del Estado de bienestar. No te rindas, porque eso es lo quieren…”.
Mucho nos han dado la paliza con la frase maldita: “hemos vivido por encima de nuestra posibilidades”. Ha calado tan hondo, que una parte de la ciudadanía lo ha hecho suyo y lo verbaliza en sus conversaciones cotidianas. El lenguaje neoliberal es ruin y rastrero, su táctica es hacernos culpables y responsables.
La explosión de la burbuja provocó una parálisis que nos atormentó e inmovilizó. Desorientados, no sabíamos qué rumbo tomar. Por unos momentos nuestros ojos llenos de lágrimas nos impidieron gritar, tratando de entender qué estaba sucediendo.
En este tiempo hemos dado pasos importantes. Estamos en la fase de construcción del conocimiento. Nos está ayudando a dibujar un nuevo contexto que toma como referencia las verdaderas necesidades y reivindicaciones de la ciudadanía. Pero igual de importante es identificar a los causantes de esta catástrofe y desenmascarar a los verdaderos culpables. Tenemos la obligación de saber qué nos ha llevado a esta situación.
Una vez hayamos superado esta segunda fase, estaremos preparados para proponer soluciones. Hay alternativas, aunque nos han dicho en numerosas ocasiones que no existen. Las alternativas se plantean desde la actitud crítica y constructiva de la ciudadanía organizada. Esto es así, no le den más vueltas. Si no, trate de buscar qué medidas adoptadas por el PP dan respuestas a las necesidades de la ciudadanía.
En todas las ciudades se organizan semanalmente asambleas ciudadanas para conocer problemáticas e identificar soluciones. Nadie puede discutir que la soberanía de un pueblo reside en la capacidad de promover el diálogo, la participación y la movilización social. Pero todo ello acompañado de propuestas. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad para promover el cambio, porque somos la mayoría. No podemos permitir que la ‘res pública’ (“la cosa pública”) siga siendo el coto privado de algunos partidos políticos.
Estoy convencido de que sí no somos capaces de implicarnos políticamente, la batalla esta perdida. Y hablo de política, desde una concepción sana y transparente. Una concepción que promueva por encima de todo el bien común, y esté sólo podrá conseguirse, si las ciudadanas y los ciudadanos nos comprometemos activamente. La participación social es el instrumento legítimo para configurar y provocar el cambio.
Sí somos capaces de crear y organizar espacios reales de participación ciudadana que respondan a nuestras necesidades y a nuestra realidad, todo será menos complicado.
Emitido el día 13 de junio de 2013, en el programa
"Hoy por hoy", en @SERpalencia
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