Han pasado casi 80 días desde que
se decretase el estado de alarma y durante este periodo el gobierno de Castilla
y León, una connivencia entre PP y Cs, ha sido incapaz de gestionar, en esta
situación excepcional, la política educativa. Nadie dice que sea fácil. Muchas
nos preguntamos porque antes de actuar y dejar al profesorado ‘a los pies de
los caballos’, no se preguntó a las familias. ¿Por qué no se hizo un
diagnóstico? Un estudio de la realidad para conocer qué pasa en las familias y
a partir de ahí, empezar a trabajar con criterio.
No en todas las casas existen
dispositivos informáticos para los miembros de la familia. Hay hogares donde tampoco
hay acceso a internet. Miles familias están compartiendo wifi y compaginan
diariamente su teletrabajo, con la explicación del Islam, la conversión de
metros a centímetros y el ‘misterio’ del análisis morfológico. ¿Creéis que esta
es la forma de funcionar? ¿Creéis que esto vale para algo?
Durante estos más de dos meses
hemos herido de muerte al sistema educativo, y digo hemos, porque yo también he
sido cómplice de esta barbarie. Yo he insistido (incluso obligado a mi hijo)
más, de dos y más de tres veces a que hiciera la tarea que enviaba semanalmente
a sus profesores/as. Siendo consciente que su motivación era nula (lo sigue
siendo) y que aprender se ha convertido en algo horrible: hacer deberes cinco
días a la semana.
Hemos vivido, en primera persona,
los recortes a un sistema público que no ha sabido adaptarse. Un sistema que ha
basado su funcionamiento en la inercia horrorosa de enviar a las familias un
planning de deberes el lunes para devolver corregidos antes del viernes de la
siguiente semana, ¿Esto es educar? ¿En esto se basa el proceso de
enseñanza-aprendizaje en tiempos de pandemia?
El proceso de
enseñanza-aprendizaje se ha convertido en un trámite administrativo, en un asunto
mecánico y robotizado. No se ha incorporado el interés por aprender, por
disfrutar del descubrimiento de conocer cosas nuevas. Este proceso se ha
convertido en: “Lunes 23 de marzo - LENGUA,
pág. 123, ejercicios: 11, 12, 14”. Y yo me pregunto, ¿tan difícil era
realizar una videoconferencia con Zoom o Teams, una vez a la semana, entre un
grupo reducido de compañeras y compañeras de clase y el/la profesor/a? ¿Por qué
no se aprovechó el confinamiento para adaptar la vida cotidiana al currículo
escolar? Una adaptación sencilla, sin prisas. Un método que podría haber basado
su aprendizaje en la acción y en las vivencias cotidianas y no en la obsesión
de adquirir – a distancia - los contenidos educativos que establece la
normativa. Hemos perdido una oportunidad maravillosa.
Y vuelvo a preguntarme, ¿a quién
le sirvió este formato pervertido? ¿Le sirve al/la inspector/a de turno para
conocer que el profesorado sigue en contacto con el alumnado y qué tiene
elementos para realizar un seguimiento individualizado (¿dónde ha quedado el
aprendizaje grupal?) y una ‘supuesta evaluación’ del aprendizaje? ¿A quién le
sirve esto? ¿Al gestor educativo para justificar? ¿Justificar el qué?
Mientras tanto escuchamos las
ruedas de prensa para saber cuándo nos podremos tomar una cervecita en una
terraza o cuándo habrá futbol o si podremos ir de vacaciones. Y nos olvidamos
que millones de familias en este país, miran a los ojos de sus hijos e hijas y
no saben cómo explicarles que van a estar ‘ocupando’ las mañanas de casi 100
días para nada.
De las pocas cosas positivas que está dejando el Covid es que todo el tinglao de instituciones que tenemos en España sirven para muy poco, que al final las cosas funcionan y salen adelante gracias a buenas personas y buenos profesionales con ganas. La educación en nuestro país es sólo un problema más de tantos que se nos han manifestado durante esta pesadilla. Vamos a reaccionar y estar a la altura de los acontecimientos, llevando a cabo cambios profundos en nuestro país o nos vamos a seguir quejando de todo como siempre sin hacer nada...Al final es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros empezar el cambio. Por otro lado, tengo la esperanza de que no hay mal que por bien no venga y que nuestros niños y jóvenes sabrán sacarle a esta situación una de las mayores lecciones de su vida, de esas que por mucho que os empeñéis en el colegio sólo la vida te puede enseñar.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
EliminarNo todos los educadores nos estamos limitando a enviar tareas sin ton ni son. Somos muchos los que tenemos contacto diario vía Teams, Moodle, Email, etc con nuestro alumnado.
ResponderEliminarNo sé puede generalizar y menospreciar el duro trabajo que todos, como sociedad, estamos realizando. Habla de familias sin WiFi y sin dispositivos. Son muchos los centros, todos los de Castilla y León, los que han facilitado tarjetas de datos a las familias sin medios para poder seguir las clases online y en vivo con sus profesores. Además de facilitar también las tablets con las que se cuentan en las escuelas para favorecer dicha conexión.
Ahora parece que todos sabíamos que esta situación se alargaría en el tiempo pero no, no lo sabíamos. Nos hemos ido adaptando como todos, poco a poco. Aprovechemos para poner en alza el valor de la Escuela y de los educadores no para generalizar carencias puntuales de un puñado.
Gracias por tu comentario y felicidades por ser de los pocos que habéis tenido un poco de sensibilidad y criterio. El post es una reflexión muy personal, llena de subjetividades y generalidades, que parte de una vivencia diaria (pero que es compartida por muchas familias que conozco, no solo de Castilla y León) que no corresponde con lo que tú manifiestas en el comentario.
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