La semana pasada asistí con curiosidad, a la conferencia que impartió en Palencia, Alberto Garzón, economista y diputado de Izquierda Unida por Málaga, en el Congreso de los Diputados.
A veces uno asiste a los sitios para escuchar lo que quiere oír, guiado, quizás, por la estética del mensaje. Y a mí me pasó eso la semana pasada. Estoy cansado de escuchar y leer siempre lo mismo: que si los recortes, que si la corrupción, que si el déficit,… Garzón, muy pedagógico en su discurso, trató de poner en valor las alternativas a las políticas neoliberales.
Es muy agotador escuchar siempre las mismas preguntas y las mismas respuestas. Nos han introducido en un círculo vicioso, con la intención de dirigir nuestra atención, a eso que determinar los medios de comunicación, como información de interés general.
En estos momentos críticos, necesito agarrarme a un clavo ardiendo para pensar y justificar que existen alternativas reales a las imposiciones de la troika. Pensar que existen otras formas de hacer política. Maneras de poner en marcha una verdadera democracia participativa, donde la ciudadanía ocupe el centro y no la periferia del sistema.
Algunos de Uds. pensarán que soy un idiota utópico. Efectivamente lo soy, no les voy a engañar. Pienso que el cambio es posible y estoy convencido del enorme potencial de la ciudadanía. Sí no creemos en nosotros mismos, mal vamos. Va siendo hora de escapar de la zona de confort, en la que hemos vivido durante todos estos años. Es necesario ingerir un antídoto para salir de la parálisis social que nos han inyectado. Callados no estamos mejor. Durante esos años nos hemos tapado los ojos, manteniéndonos al margen de la política. Ahora toda la descomposición acumulada ha saltado por los aires y todo ha dado un giro de 180 grados.
Aprovecho, para lanzar un mensaje a los optimistas: estén seguros que nada volverá a ser como antes.
Garzón, en su intervención de la semana pasada, hablaba de la urgente necesidad de configurar una base social fuerte y sin siglas. Una base social promotora del cambio, que planteé alternativas a la dictadura de los mercados.
Cuando en su discurso hacía referencia a esto, lo ejemplificaba con unas palabras de Moncef Marzouki, médico y opositor tunecino, que dicen: “Vengo del desierto y vi a mi abuelo sembrar en él. Siembras en tierra árida y esperas. No sé si has visto el desierto tras la lluvia: es un vergel. Un día, marchas sobre tierra quemada, pero luego llueve y te preguntas cómo ha ocurrido para que nazcan tantas flores, tanto verdor. Porque las semillas estaban ahí. Hay que sembrar incluso en el desierto. Siembro y, si mañana llueve, bien, y, si no, los granos están ahí. Para cuando llueva”.
Hoy quiero acabar recordando una frase del desaparecido Stéphane Hessel que dice: “La indignación debe ir seguida de compromiso”. Por cierto, las semillas llevan plantadas mucho tiempo y no es necesario que sigamos esperando. Es hora de actuar.
Emitido el día 14 de marzo de 2013, en el programa "Hoy por hoy",
en @SERpalencia
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