En la película ‘Regreso al futuro’ un joven Michael J. Fox montado en aquel Delorean y activando el surrealista condensador de fluzo se plantaba en un momento en el año 1955. Algo similar hizo el presidente del gobierno el pasado 20 de noviembre de 2011.
Las políticas de Rajoy y sus secuaces han provocado en la ciudadanía decente un nivel de hartazgo nunca visto. Es insoportable aguantar el permanente desprecio que la casta política hace de la democracia. En solo dos años han sido capaces de demoler un sistema que ha costado décadas de luchas y de reivindicaciones.
Si echamos la vista atrás y una vez muerto el dictador, una parte de los actuales gobernantes no tuvieron más remedio que maquillar sus ideas y sus principios. Los fieles al régimen dictatorial se disfrazaron de demócratas. Estos individuos colaboraron activamente en la elaboración de la constitución y formaron parte de la cimentación de un estado democrático que no se creían. ‘Ellos’ eran los de la ‘una, grande y libre’.
A finales de los años setenta, partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales decidieron que lo mejor que se podía hacer era borrón y cuenta nueva. Todo ello bajo la atenta supervisión y patrocinio de la oligarquía y los caciques. El pacto consistió en meter debajo de una alfombra de ‘La Moncloa’ todo lo sucedido durante cuarenta años de dictadura. Y así, se empezaron a construir las bases de la democracia española.
La transición es para muchos un período idílico y ejemplar de la historia de este país. Desde 1978 esa misma alfombra ha ido ocultando todas las mentiras, que un gobierno tras otro, han ido escondiendo a la ciudadanía. Ahora estamos pagando la factura de ese proceso ‘ejemplar’. Ahora estamos sufriendo los efectos más perversos de aquella ‘modélica’ transición.
Nuestra democracia empezó mal. Se comenzó a tejer con unos mimbres rancios y viejos. Mimbres que olían a dictadura. Es paradójico que ‘ellos’, los que nunca habían ejercido la libertad, se pusieran afanosamente a construir el poder del pueblo. Recordemos que sus fundamentos ideológicos se basaban en un régimen autoritario, una fuerte oposición a la libertad política y social y a la persecución y genocidio de sus opositores políticos.
Estos ‘nuevos’ mesías, han tardado poco tiempo en sacar de la caverna el ‘ordeno y mando’. Llevaban cuarenta años haciéndolo y estaban acostumbrados a actuar así. La actual reforma de la ley aborto y la ley de seguridad ciudadana son dos ejemplos muy claros que ponen de manifiesto el recorte de las libertades y los derechos de las personas. Dos cuestiones que dejan entrever que en nuestro país, el PP está comenzando a vertebrar un nuevo paradigma político: la democracia autoritaria. Este modelo toma como referencias básicas: ‘La legitimidad la dan las urnas’ y la insoportable mayoría absoluta. Dos argumentos cuyo objetivo es seguir atropellando la libertad.
Como todos Uds. saben en mayo se celebran elecciones europeas. Los resultados podrían indicarnos la tendencia de lo que puede suceder en nuestro país en los comicios municipales y autonómicos de 2015. La única manera que tenemos la ciudadanía para reventar el condensador de fluzo instalado en La Moncloa, es mostrar nuestro cabreo e indignación en las urnas. Romper de una vez por todas el bipartidismo que han generado durante estos años PP y PSOE.
Hoy más que nunca, los ciudadanos tenemos la responsabilidad de elegir libremente otras formas de hacer política. Si queremos que esto cambie no nos queda otra que pasar de la protesta a la acción. Y esto se hace, buscando referentes en aquellas formaciones lideradas por ciudadanas y ciudadanos decentes que proponen nuevas maneras de entender y ejercer la democracia. Una democracia donde la voz y los intereses de la ciudadanía sean lo primero.
Emitido el día 9 de enero, en el programa
"Hoy por hoy", en @SERpalencia
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