Por primera vez

El viaje duró lo que tenía que durar. Respirar el aire salado del Mar Cantábrico y después el del Océano Atlántico fue el principio de la aventura. Un día después se plantaría en un pueblecito de Wales. Verde, húmedo, frío, gris, lluvioso. Muy cerca del mar. El salitre impregnó aquel negro Peugeot. Después vendría el choque cultural. El idioma, los horarios, las comidas, las costumbres, los atardeceres casi después de comer. También, el ‘sorry’ y el ‘excuse me’. Las mañanas en el College. El College era la torre de Babel. Sentados en torno a un idioma, personas venidas de multitud de países de mundo, comparten frases, palabras, expresiones, acentos,… Y de paso, aprenden a entender cómo se mueve el cosmos. El aula se convierte en un espacio lunar que favorece el encuentro cultural y el aprendizaje. Aquella noche tocar ‘ Silencio ’ de Maga le ayudaría, durante algunos minutos, a romper el choque cultural. La música rebasa fronteras, idiomas,… Nos ayuda a encontrarnos,...